La encrucijada del patinete como tecnología de movilidad alternativa


Empresas y usuarios, que han convocado protestas este domingo, defienden los vehículos de transporte personal como sustituto del coche




Pese a la dispersión de las normativas municipales, el vandalismo y las quejas vecinales por la ocupación de los espacios peatonales, los patinetes eléctricos siguen su marcha como tecnología de movilidad urbana alternativa. La plataforma tecnológica Cabify los ha integrado en su oferta, la empresa de alquiler de estos dispositivos Lime ha superado los 1,5 millones de viajes en España (más de 100 millones en 30 países) y surgen compañías integrales de control y mantenimiento para facilitar el servicio. El sector crece ante la demanda de sus usuarios, que este domingo han convocado manifestaciones en defensa de estos dispositivos y contra las regulaciones que los limitan.

El Dia Mundial Sin Coches este domingo ha fijado la fecha y las limitaciones previstas por la Dirección General de Tráfico (DGT) para restringir algunos modelos, en línea con lo realizado en otros países de Europa, ha facilitado la oportunidad para que los usuarios convoquen protestas en Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Murcia, Albacete y León.

Adrián García, integrante de una de las asociaciones de movilidad personal, defiende el patinete como medio sostenible, complementario a la bicicleta. "Son vehículos eléctricos, a un precio al alcance de todo el mundo, con un bajo consumo energético (1 kWh por cada 100 km) y una magnífica solución para los problemas de contaminación, ruido y congestión de las ciudades", defienden las asociaciones.

“Un vehículo que circula a 30 km por hora no puede ir por la acera. Son juguetes peligrosos, circulan junto a los peatones y se dejan en las aceras ocupando sus espacios”, argumenta José Manuel Contreras, un vecino de Sevilla que reclama que todos los vehículos circulen en zonas restringidas, como acaba de aprobar el Ayuntamiento de la capital andaluza. "Estos vehículos podrán circular por las vías ciclistas de la ciudad. No se permite su circulación por aceras, zonas peatonales, ni en calzada salvo en zonas declaradas como Zona 30 o 20 y en las calles con un único carril de un sentido de circulación cuya velocidad máxima permitida este limitada como máximo a 30 km/h, siempre que en los mismos no exista vía ciclista y la circulación se produzca por el centro de la calzada", según reza la normativa.



Europa
Mientras en España aún se carece de una normativa armonizada que establezca las reglas comunes de uso, otros países han elaborado ya regulaciones. Alemania, desde julio, exige una edad mínima de 14 años y un seguro, limita la velocidad a 20 km por hora y restringe su uso a carriles bici. Austria, Bélgica, Finlandia, Noruega, Portugal y Suecia han aplicado la misma regulación que para las bicicletas y limitado las potencias permitidas.


A la espera de que las principales ciudades vayan incorporando reglamentos que eviten el enfrentamiento entre ciudadanos o la proliferación de servicios ilegales (En Sevilla se han localizado 13 establecimientos de alquiler de patinetes eléctricos sin autorización), el sector sigue creciendo.



La plataforma tecnológica Cabify ha integrado los patinetes eléctricos de Movo a sus servicios de vehículos de transporte con conductor (VTC), taxis y motos en algunas ciudades españolas. Movo está presente ya en siete países de habla hispana con 20.000 patinetes y prevé duplicar su implantación. “Queremos ser un agente activo en la transformación de micromovilidad que estamos viviendo y en el diseño de las ciudades del futuro, por eso constantemente estamos analizando cómo ampliar nuestra oferta de servicios para brindar mejores soluciones. El patinete es una alternativa que ya utilizan miles de ciudadanos y permite una perfecta convivencia con el resto de las alternativas de movilidad existentes en las ciudades”, afirma la directora en España de la firma Marta de Eusebio.

En esta apuesta por el patinete destaca la norteamericana Lime, que ha superado los 100 millones de viajes y evitado, según la compañía, 40 millones de kilómetros de desplazamientos en automóvil y el consumo de 4,5 millones de litros de combustible. “Madrid fue la segunda capital europea tras París en la que se implantó este vehículo de micromovilidad y también ha sido líder en su uso. Los ciudadanos seguirán apostando por dejar el coche en casa para ir a trabajar, a su centro de estudios o simplemente a hacer recados si se sienten seguros en su trayecto, respetados por los demás conductores y las autoridades de la ciudad, permitiendo la convivencia y el desarrollo de las formas de movilidad más sostenibles”, defiende el director general de Lime Iberia, Álvaro Salvat.


Dos meses de vida útil
La expansión de estos servicios intenta no solo hacer frente a las deficiencias regulatorias y las reticencias vecinales. También se enfrentan a problemas cotidianos de vandalismo y de mantenimiento, dado que se trata de dispositivos vulnerables y que precisan de reparaciones y recargas frecuentes. Un patinete de uso compartido tiene una vida útil media de tan solo dos meses por el desgaste y deterioro de componentes, así como por los robos continuados para comercializar con sus piezas o por los destrozos sin sentido que sufren.

Para afrontar estos retos han surgido empresas como eCity Charge, que recepciona, personaliza, recoge, recarga y redistribuye patinetes por las ciudades. En la actualidad operan en Madrid, Málaga, Lisboa y Braga y comienzan a trabajar en breve en París.


“Es un servicio integral para la movilidad eléctrica. Lo hacemos todo”, resume el director y uno de los fundadores de eCity Charge, Íñigo de Pablo. Su estrategia de respuesta en menos de una hora ha conseguido mejorar la eficacia del servicio y triplicar la vida útil de los patinetes al reubicarlos cuando salen de las zonas prioritarias de demanda, recogerlos cuando se abandonan, recargarlos de forma continua y reponerlos o repararlos en el menor tiempo posible.

De Pablo, que rehúye del sistema de contratación de autónomos para sus servicios (conocidos como juicers), también aboga por la regulación de un sector en el que, según afirma, “hay en juego muchos puestos de trabajo”. Una empresa como Lime afirma contar con 700 empleados. Esa regulación cree que sería fundamental no sólo para fijar las normas de circulación y permitir que el uso del patinete sea eficaz como tecnología de movilidad, sino también para solventar los conflictos vecinales.

Frente al vandalismo, el directivo cree que, en parte, se reducirá con educación y cuando cada empresa de alquiler fabrique sus propios modelos con piezas incompatibles para otras marcas y se impida así el mercado de piezas robadas.

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